Vanessa, es una joven de Gijón que estudia Terapia ocupacional en la Universidad de Talavera.Junto con otras dos chicas alquiló un piso en la calle de los Templarios para que los gastos fueran menores.

Durante el segundo curso, Vanessa suspendió dos asignaturas y sus padres le enviaron el mes de agosto para estudiana noche de verano en la que estaba sola, cuatro golpes secos sonaron a su puerta.
Vanessa creyó que se trataba de algún amigo con el que salir a tomarse una copa, pero se trataba de una niña de alrededor de siete años.
La niña, de hermosos tirabuzones rubios y grandes ojos castaños miró a Vanessa y le dijo que se había perdido.

Vanessa le dejó entrar, le preparó un vaso de leche y le dijo que iban a ir a la policía. Verónica le rogó que no lo hiciera esa noche pues tenía mucho sueño y quería dormir. Vanessa accedió y le preparó la cama.
Por la mañana temprano cuando Vanessa iba a llevarla a la policía, entró en el cuarto y vio que la niña, llamada Verónica, no estaba.

Un año después en idéntica situación, la niña volvió a aparecer. Parecía que no había crecido nada. De nuevo Vanessa le preparó la cena y le dejó dormir pero al día siguiente Verónica volvió a desaparecer sin dejar rastro.

Vanessa fue a la policía y dio todos los datos de la chiquilla pero no se habían producido denuncias ni nadie había reclamado una desaparición.
Tras dar muchas vueltas, Vanessa llegó al Hospital de San Prudencio. Un hospicio para niños y niñas huérfanos. Allí la madre Sonsoles, le explicó que no tenían ninguna niña de esas características.
Justo cuando se disponía a salir Vanessa del lugar, otra monja llegó con un calendario de dos cursos atrás. Allí estaba la foto de Verónica, tal y como Vanessa le había visto.

– Sí ¡es ella! – gritó. Las dos monjas se miraron extrañadas – Verónica murió hace dos años.

Aquella noche, cuatro golpes secos sonaron en la puerta de Vanessa. La muchacha observó por la mirilla de la puerta. Allí estaba de nuevo Verónica, con los brazos cruzados y cara de enfadada.

– Has tardado mucho en abrirme, tengo hambre y sueño – dijo la niña.

Vanessa aterrada preparó todo como lo había hecho habitualmente.
Cuando acostó a Verónica no pudo soportar el terror y entró despacio a su habitación. La niña estaba totalmente arropada.
Vanessa retiró la sábana y bajo ella, como un suspiró pareció desvanecerse un cuerpecito en una nube. Sobre la almohada, con letra infantil y varias faltas había una nota Gracias por la leche y los dulces, ahora tengo que irme a llevar al infierno a las otras tres chicas que no me dejaron entrar a sus casas.

Posted on 17:56 by Unknown

Eran casi las doce y Robert venía a casa con su nueva conquista. Una de las mejores noches de su vida. Sin duda alguna, la suerte le había sonreído esta vez. Ella era alta, más alta que él; un cuerpo escultural, cabello castaño y una melodiosa voz. La conoció esa noche en el bar y fue amor a primera vista. Pasaron horas tomando y charlando, y mientras la noche avanzaba, la conversación fue subiendo de tono y habían decidido terminar de conocerse en su departamento.

Vivía en un barrio de clase media, y, aunque tenía vecinos divididos por las paredes, había invertido en hacer de su morada un lugar a prueba de sonido. Nada entraba, nada salía, así podía divertirse hasta altas horas de la noche escuchando su música favorita. No tenía que escuchar las peleas de los demás y, lo más importante, nadie escuchaba los gemidos de sus trofeos.

Ciertamente, se había pulido en eso, y no había cosa en el mundo que disfrutara más que escuchar esos sonidos en la madrugada, pero los gemidos que más le gustaban eran los que hacían sus «obras de arte», como le gustaba llamarlas, justo antes de que la luz de sus ojos se apagase para siempre.

Sirvió una copa de vino para su pareja y, con una música suave y velas aromáticas, comenzaron a besarse apasionadamente. Él nunca había estado tan extasiado, y ella parecía disfrutarlo mucho. Muchos años de práctica y muchas jovencitas con falsas esperanzas lo habían curtido en el arte de  la conquista; siempre se jactaba de eso. Un movimiento sutil de muñeca y el sostén había desaparecido; estaba en camino de hacer lo mismo con la parte inferior de su vestimenta, cuando comenzó a sentirse mareado. Instintivamente, llevó sus manos a la cabeza justo antes de desplomarse sobre la alfombra de su alcoba.

Lentamente, abrió sus ojos y se encontró amarrado a su camilla. La joven estaba frente a él muy pensativa, muy ansiosa, cosa que lo preocupó bastante. Revisaba constantemente su móvil mientras los minutos pasaban. Finalmente se levantó del sofá y corrió a abrir la puerta. Y allí estaba ella… la reconoció al instante. La había conocido en el mismo bar, y abandonado en un lago cercano un par de años atrás. Era ella, sin duda, aunque la recordaba con mucho mejor aspecto. Recordó cómo había recortado su piel en esa misma cama, cuánto había disfrutado escucharla llorar y suplicar misericordia. Había sido muy difícil de convencer para poder llevarla a su apartamento, y, encima de todo, era virgen. Él había sido su primer y único hombre, y eso lo hizo mantenerla con vida durante casi una semana. Recordó la prisa con la que volvía del trabajo para poder disfrutarla nuevamente y cómo adoraba realizarle los cortes después de consumado el acto. Recordó cómo había hundido el cuchillo en su pecho la última vez, para, posteriormente, dentro de una bolsa plástica, depositarla en el fondo del lago. Estaba seguro de no haber dejado ninguna evidencia y que, efectivamente, la mujer estaba muerta cuando la perdió de vista entre el fango y el agua.

Ambas chicas cruzaron algunas palabras en voz baja, y la que debía ser la nueva víctima abandonó el departamento cerrando la puerta nuevamente, y su antigua conquista colocó un pesado maletín en el suelo y comenzó a sacar una serie de cuchillos y herramientas que fue colocando sobre su mesa de noche.

Intentó hablarle, pero Vanessa (o al menos era el nombre que recordaba) no respondió.

Comenzaba a perder la calma conforme los instrumentos iban saliendo de uno en uno del viejo bolso e iban siendo depositados en la mesa. Una leve sonrisa se dibujó en el marcado rostro de la joven cuando el último de los cuchillos fue depositado en la mesa mientras una enorme lágrima bajaba por su lastimada mejilla. Lo reconoció al instante. Fue el cuchillo que utilizó para dar el golpe de gracia, el mismo que quedó enterrado en el pecho de Vanessa cuan Excálibur en la piedra, coronando su, hasta el momento, Opus magnum. Solía dejar el arma homicida en el cuerpo de sus víctimas como una burla a los investigadores, y pasaba horas imaginando el momento en que eran extraídas de los cuerpos de sus preciados trofeos y llevadas a realizar todo tipo de pruebas para nunca encontrar la más mínima pista.

Intentó dialogar nuevamente, pero su primera palabra se convirtió en un enorme alarido cuando la mitad de uno de los cuchillos había desaparecido dentro de su muslo izquierdo. Con todas sus fuerzas, intentó liberarse nuevamente, pero debió gritar una vez más cuando el resto del cuchillo desapareció tras un firme martillazo. El metal había traspasado completamente su pierna y la mantenía clavada a la base de la camilla. La pierna derecha no se mantuvo intacta por mucho tiempo. Un enorme cincel se abrió paso a través de su rodilla, moliendo los cartílagos a su paso y salpicando de sangre y fluidos todo a su alrededor.

Gritó con todas sus fuerzas, mas no suplicó piedad. De alguna forma, entendía que esa no iba a obtener misericordia y que era un merecido castigo por todo el dolor que había provocado.

Vanessa se levantó súbitamente y corrió hacia la cocina, trayendo consigo una enorme llave de cañería un par de minutos después. Balanceó el pesado objeto un par de veces cerca de la muñeca de Robert, como calculando para no fallar el golpe, pero era más pesada de lo que imaginó y el golpe no dio en el centro, por lo que solo molió la carne y no logró fracturar los huesos. Un segundo golpe fue necesario y se retorció de placer al escuchar el chasquido de la fragmentación de los huesos. Balanceó la llave nuevamente y, mientras Robert profería el alarido de dolor por el segundo golpe en su mano, varios de sus dientes volaron y parte de su quijada quedó desprendida. El rostro de su victimaria había cambiado por completo y la duda que reflejaba al inicio de la tortura había desaparecido completamente.

«Disfrutaré esto lentamente» fueron las primeras palabras que escuchó de Vanessa antes de perder nuevamente el conocimiento, palabras que él usaba antes de comenzar sus obras de arte.

Despertó horas después y no podía mover sus labios. El sangrado había sido disminuido tal y como él lo había hecho incontables veces con sus trofeos. Su pierna ya no estaba clavada a la camilla, pero aún mantenía el cuchillo dentro de su carne. Un enorme escalofrío recorrió su cuerpo al caer en cuenta de que ya no estaba en la posición en la que se había desmayado. Se encontraba ahora boca abajo y amarrado de tal forma que no podía moverse y su trasero ahora estaba expuesto.

Muchos instrumentos de diversas texturas y tamaños fueron utilizados por la joven para su venganza por los cinco días en los que tuvo que sufrir una y otra vez las violaciones del depravado. El filo de algunos de ellos aumentaron el dolor inconmensurablemente. Para cuando la noche del tercer día había caído, el cuerpo de Robert estaba desecho y no quedaba nada de lo que alguna vez había sido. Toda su moral había sido removida junto con esa parte de la que alguna vez se pavoneó, y Vanessa se había cobrado cada una de las torturas a las que fue sometida.

Era casi la media noche del martes 31 de octubre de 2012 cuando Vanessa abandonó por fin aquel departamento. Dejando atrás los despojos de quien alguna vez le causó tanto daño. Llevando consigo en el bolso el trofeo que cortó con el mismo cuchillo con el que fue asesinada. Afuera del apartamento la esperaba la bella joven que le abrió la puerta, y juntas desaparecieron en la espesura de la noche bajo una nube de humo y un fuerte olor a azufre.

Algunas horas después la policía irrumpió en el lugar gracias a una llamada anónima, y Robert fue trasladado muy delicado aunque con vida al hospital más cercano. La recuperación fue lenta y dolorosa. Muchos meses pasaron para que pudiera caminar ayudado con un bastón, y, para completar su larga rehabilitación, consiguió ser trasladado a un lugar de retiro muy lejos de la ciudad donde sufrió su castigo. Fue recibido amablemente por la directora de la institución, y se sentía aliviado, pues a pesar de las torturas, aún poseía un poco de encanto. Lo guiaron hacia su nueva habitación donde lo esperaba su nueva enfermera, quien lo asistiría hasta que lograra recuperarse completamente. Era hermosa y muy amable. Por fin la vida comenzaba a sonreírle nuevamente. Se volteó para que la enfermera lo ayudase con el abrigo, y esta lo abrazó por detrás suavemente mientras le susurraba al oído: «Disfrutaré esto lentamente».


Posted on 17:50 by Unknown

El chico sabe que si da la más mínima señal de que está despierto, estará perdido. Sabe que si eso se da cuenta de que él lo ha oído todo, morirá. El muchacho está tenso, arropado con su manta hasta la cabeza, exhalando aire caliente y húmedo que se acumula en el espacio que ha creado la sábana. Necesita aire fresco, pero el más leve movimiento lo delataría. Su padre y su madre lo miran fijamente, sin parpadear.

Horas antes, el muchacho apenas se había acostado. Había sido un día bastante largo: tres exámenes en tres horas, pruebas en gimnasia y, además, entrenamiento de fútbol. Todo eso lo había dejado molido. Al otro lado de la pared, sus padres veían un reality show bastante cutre. Después de mentalizarse, se durmió.

Un ruido leve lo desveló a media noche; estaba confuso y desorientado. Seguía escuchando el ruido, el cual parecía provenir del salón. Poco a poca abrió la puerta y caminó a través del oscuro pasadizo que llevaba al centro de la casa. El ruido se hacía cada vez más intenso y desagradable, similar al de los huesos al romperse. Lentamente, asomó la cabeza por la esquina. Horrorizado, descubrió el epicentro del ruido. Una masa de unos dos metros estaba de pie, inmóvil. En su mano se encontraba el cuerpo sin vida de su padre. Tenía el pecho perforado y las extremidades destrozadas. A sus pies, estaba el cadáver de su madre partida por la mitad. El muchacho sintió la necesidad de gritar, pero sabía que si lo hacía no iba a contarlo. Intentando no hacer mucho ruido, el chico volvió a la habitación y se acostó de nuevo. «Es todo un mal sueño», se decía a sí mismo. «Mañana todo volverá a la normalidad».

Aterrorizado, escuchó las fuertes pisadas del monstruo que acababa de asesinar a sus padres. Actuando por instinto, se tapó con la sábana y se hizo el dormido. Escuchaba cómo, poco a poco, esa cosa se acercaba. La tenue luz que ofrecía la luna le permitió ver lo que la figura hacía. Aquella cosa se quedó quieta al lado del mueble. Respiraba profunda y roncamente mientras miraba hacia la cama. El chico, haciendo un esfuerzo inhumano, contuvo sus ganas de gritar y de correr.

Cuando la bestia, por un motivo u otro, salió de la habitación, el chico saltó de la cama y observó por la puerta cómo la masa de carne se alejaba y se dirigía al salón. Diez segundos después, se dio cuenta de que volvía y el muchacho regresó al colchón, cogió la sabana y se tapó hasta arriba. El engendro entró de nuevo en el cuarto llevando en su mano alguna cosa; el joven escuchaba cómo manipulaba algo. La fiera volvió a salir. El chico se destapó y pudo observar la macabra escena: el cuerpo sin vida de su padre estaba sentado con el cuello roto y la cabeza mirando hacia el lecho. Otra vez, intentó no gritar.

El monstruo volvió una segunda ocasión, ahora con el torso arrancado de la madre, el cual puso al lado del padre. También tenía la cabeza en dirección a la cama. La gigantesca figura se agachó y en ese momento el muchacho se arropó totalmente. Notó cómo la bestia se alzaba y se acercaba hacía él. Sentía su forzosa respiración y notó cómo escribía alguna cosa en la pared. El adolescente hacía lo que podía para no delatarse. Después de eso, el engendro salió de la habitación y desapareció en la oscuridad. Entre sollozos, el muchacho, aún tapado hasta la sien, consiguió conciliar el sueño.

A la mañana siguiente se despertó por el fuerte olor que salía de los cadáveres de sus padres. Aún sin creerlo, recordó lo último que había hecho el asesino. Giró la cabeza y, horrorizado, pudo leer una frase escrita con sangre y rabia, que decía: «Sé que estás despierto».



Posted on 17:46 by Unknown

Esa noche fue la más aterradora y grotesca que jamás haya experimentado…

Era una noche de invierno, me bañaba con agua fría puesto a que amo el frío, pero eso ya no importa… De repente el agua se va junto con la electricidad, salí rápidamente de la ducha, me puse una toalla, agarre mi linterna y fui a revisar los fusibles y las tuberías. Todo estaba en perfecto estado.

Luego de unos minutos una luz amarillenta en la ventana me llama la atención, salí a ver qué sucedía y me quede perplejo al ver que ¡mi patio se quemaba! Trate de buscar el causante del fuego cuando se apago por sí solo. Mi lado científico desapareció dando lugar a mi lado paranormal. Sabía que eso no significaba nada bueno.

Entre de nuevo a casa y lo que vi me dejo mas perplejo que lo anterior: toda mi casa desordenada, mesas partidas por la mitad, platos y vasos rotos, agujeros en las paredes, marcas de garras en las puertas, manchas de sangre en el suelo, cualquier objeto destrozado. Me dirigí a mi cuarto y ahí estaba el: alto, anoréxico, con pedazos de carne arrancados mostrando los huesos, uñas largas y afiladas, ojos enormes como los de una mosca; nunca había visto ser semejante a él, pero sin embargo sentía haberlo conocido antes… Escuche chillidos escalofriantes de animales y sin pensarlo dos veces me dirigí velozmente al patio donde se ubicaban mis perros… Estaban degollados… Amaba a mis perros… Los amaba mucho.

Mi furia fue más que mi miedo, así que tome un cuchillo y me dirigí a mi cuarto dispuesto a matar a ese maldito, cuando llegue ya no estaba, lo maldije hasta más no poder. Pasaron horas para que volviera la luz, busque algo que ponerme, así fuera ropa interior y, para mi sorpresa, había una camisa blanca y un pantalón blanco que quedaron intactos, parecía que él quería que yo me pusiera eso… No tenia mas otra opción y me puse esa ropa.

Aproveche para limpiar la casa o mejor dicho “el campo de batalla”, retire los cuerpos de mis queridos amigos (así es como llamo a todas mis mascotas) y quite los pedazos de los platos y vasos, la casa quedo aceptable para el juego que él estuviera jugando. Volvió a aparecer a unos 5 metros lejos de mí, esta vez estaba dispuesto a matarlo a toda costa. Se abalanzó sobre mi y no que quedo más opción que defenderme, esquivo todos mis golpes encestándome unos rasguños con sus afiladas uñas destrozando mis lentes, logre encestarle un derechazo potenciado con mi ira y deseo de venganza haciendo que retrocediera a una distancia considerable, dio un grito ensordecedor y se acerco a toda velocidad dispuesto a hacerme daño, otro golpe encestado causando otro retroceso…

Cae al suelo y desaparece ¿se habrá acabado? No lo se…

Pasaron meses después de eso y no lo he vuelto a ver, le conté la historia a una amiga y luego de unos días de habérsela contado me dice que le sucedió algo igual. Luego de eso veo una nota en mi cama que decía:

“A cada persona que le cuentes lo sucedido entre nosotros iré por él y sufrirá. Lo que te hice a ti no es nada comparado con mi verdadero poder. Ten cuidado a quien se lo cuentas.”

Si es así, si solo sufrí una “pequeñez”, tuve suerte de que ni mi mama ni mis hermanos estuvieran en casa…

En el titulo te advertí y quisiste seguir leyendo, ahora estas condenado


Posted on 17:43 by Unknown

Yo era un niño normal, iba a la escuela, vivía en un apartamento, tenía amigos, una familia… Hubo un tiempo en el que todos mis compañeros andaban locos con las historias de terror… Esas historias nos parecían lo más aterrador que odíamos imaginar, claro está, que ahora las recuerdo, e incluso me parecen chistes… Dios, cómo les agradezco el haberme hecho ser quien soy… Creo que me interesé demasiado en ese tipo de historias, y me fui apartando cada vez más de mis amigos… Solo me la pasaba recolectando relatos aterradores… Lo que más me gustaba era contárselos luego a mis amigos… En ocasiones las modificaba, para conseguir asustarles, lo cual no era una tarea fácil…
Dios, adoraba ver sus caras… Pálidas… Aterrorizadas… Disfrutaba de veras haciendo que no durmieran por la noche, recordando el horrible monstruo del que les haía hablado… No tenía precio…

La primera vez que toqué un ordenador tenía 10 años… Ese aparato infernal sí que me alejó de lo que se conoce como… “vida social”. Mis padres andaban preocupados, creían que me había causado adicción, lo cual me enojaba, no me gustaba que juzgaran mis actos… Era un crío bastante rebelde para mi edad, ¿cierto?

Pero lo único que hacía, pegado a esa vieja pantalla, era nutrir mi obsesión… Leía y leía historias de terror… A veces, incluso investigaba acerca de rituales para invocar espíritus, o al mismísimo Satanás… Aunque nunca los ponía en práctica… Me divertía incentivando a mis compañeros de clase más atrevidos a intentarlo, o asustando a los más cobardes… Ellos no entendían mi placer al verlos estremecerse de terror… Pero aún así, acudían a mí cada vez que necesitaban su dosis de vasopresina… Y yo era feliz así, una perfecta simbiosis, ¿no crees?

Hasta este momento, parece ser que era como tú… Varias horas de computadora al día… Ser el experto en terror de todos los grupos, clases o equipos en los que estuviese… ¿No te suena familiar?… Debería…
Bueno… Da igual, dejemos lo… Seguro que tú también has pasado lo que yo, hasta este punto… Cuando cumplí 15 años, me dio por recapacitar sobre mi vida…

No podía dejar de lado las historias de terror, eso estaba claro, por lo que no lo iba a intentar… Pero cada vez me sentía peor… había acabado recurriendo a historias pobres, que no causaban el efecto que esperaba en mis víctimas… Ejem, dijo, compañeros… Me sentía frustrado, y enojado… ¿Que necesitaban? ¿Qué mierda necesitaban para sentir medo? ¡¿Qué?!
En ese instante comprendí que necesita algo más fuerte… Y comencé a planear algo, que, de seguro, les asustaría… Me sentía tan orgulloso de mi mente… Oh… ¿De qué trataba el plan, te preguntas? Disculpa, me he dejado llevar por la emoción…

El plan era simple… Un chico nuevo había entrado ese curso en mi instituto… No parecía integrarse, y siempre acababa golpeado por los más fuertes… Yo no tenía nada que perder… ¿Amigos? No me quedaban… ¿Familia? Siempre habían estado al margen de este asunto… ¿Conciencia? Apenas recordaba qué significaba esa palabra…

Aquel era un chico esquivo y desconfiado… No parecía creerme cuando le defendía de dolorosas palizas, que a veces me acababa llevando yo, o cuando le acompañaba por el patio. Me tomó casi un curso entero ganarme su confianza… Claro está, traté de no hablar de mi obsesión durante ese tiempo… No quería… Espantarle…

Cada día me resistía a ejecutar mi plan… Su cara… Su confianza… Me consideraba su mejor amigo… Pero debía aguantar… Aún faltaban un par de años, accediendo a todo lo que decía… Invitándole a refrescos… Ya tenía 18 años… Tres largos años de espera… No cabía en mí mismo de emoción…

Le convencí para organizar una pi jamada en su casa, alegando que la mía estaba en obras, y sus padres llegarían tarde esa noche… Al final le convencí… ¡Ja! Fue tan fácil… Antes de irme, escondí una pistola en mi bolsa… Era una pistola de mi padre, que era policía… Solo tenía dos balas… No quería matarlo, solo disfrutar un poco…

Llegué a su casa sobre las 9 de la noche… Vimos una película y cenamos… Jugamos un rato a juegos de mesa… Después nos fuimos a su cuarto…  Sin que se diera cuenta nos encerré con llave… La diversión comenzó… Saqué la pistola y le apunté… Parecía confuso…

-¿Qué haces? -dijo riendo un poco, tratando de disimular sus nervios.

Yo me limité a sonreír y acercar la pistola a su sien… Le agarré el cuello con el brazo y lo sujeté contra la pared, presionando la pistola sobre él… Se retorcía… Estaba a punto de dejar de patear el aire y golpearme a mí… Estaba muy nervioso… Pero confiaba en mí… Se reía, creyendo que era una broma…
Disparé a la ventana para demostrarle que no estaba jugando… Su cara se volvió sombría, y enseguida palideció… Empezó a llorar… ¡¡Dios!! ¡Hacía tanto tiempo que no experimentaba algo tan delicioso… No creí que fuera cierto… Lo único que me sacaba de mis pensamientos eran sus gritos y sus súplicas, pero me parecían tan placenteros… Que no le di importancia…
Estaba sudando mucho… Acerqué mis labios a su cuello y lamí su delicioso sudor… Era salado… Y delicioso…  Antes de que me diera cuenta, aquel agradable sabor se mezcló con uno… No tan delicioso… Sabía metálico… Abrí los ojos, despertando de mi éxtasis, y vi cómo la sangre corría por el cuello de mi “amigo”… Ups… Creo que le mordí demasiado fuerte…

Aprovechó ese momento de despiste para golpearme y lanzarme contra la cama… Él estaba muy nervioso y temblaba…Casi no pudo ponerse en pie y tratar de agarrar mi arma… Estúpido… Nunca debió hacer eso…

Para agarrar la pistola, se apoyó en mi pecho… Empujándome contra el suelo… Y enganchando el gatillo en algo… Digo “algo”, porque a juzgar por el desorden de su habitación, era difícil determinar que había apretado el gatillo exactamente… … Y disparando directamente en su pecho…

Sus ojos se abrieron… Casi parecían salir de sus cuencas… La sangre brotaba de su pecho… Y de su cuello… Las lágrimas caían al suelo… Intentó sujetarse la herida, para detener la hemorragia… Pero no le dio tiempo… Cayó al suelo, golpeándose, sin siquiera cerrar los ojos… Murió aterrorizado…

Miré su cadáver… Envuelto en sangre… Su expresión facial me seguirá hasta el fin del mundo… Dios… Una parte de mí… Trataba de mantener el orden en mi cordura… Me llenaba el cerebro de pensamientos de culpa y remordimientos… Pero mi otra parte… Que al parecer era más poderosa… Iba eliminando esos pensamientos… Y solo se cercioraba del placer que aquella dantesca imagen me producía… Ése era mi objetivo, ¿no? Aterrorizar le… Y lo había conseguido… La parte insana de mí se apoderó a la cuerda, y, sin dejar de mirar a los ojos a mi amigo, a través de sus gafas, machadas también de sangre, reí. Reí como nunca lo había hecho… La adrenalina corría por mis venas… Era… Maravilloso…Simplemente maravilloso…

Lancé la pistola por la ventana… Ya nada me importaba… Estaba eufórico… Tres largos años planeando algo, para al final, bañarme en una gran explosión de placer… Fue únicamente perfecto… Un momento mágico…



¿Qué pasó después? Jeje… Curiosa pregunta… Ni yo mismo sé la respuesta… Era un crío, no sabía esquivar la ley, y siendo mi padre policía… En poco tiempo me arrestaron, y tuve que pasar unos años en prisión… No pasaron tan despacio como creí que pasarían… Hice algunas amistades allí… Aún mantengo el contacto con ellos, y cada vez que actúan de nuevo, tal vez un asesinato, o un rapto… Me hacen vibrar de gozo con sus anécdotas…
Claramente, mi adicción al ver el terror en los demás… No podía ser curada de ninguna manera, y yo me negaba a ver a un profesional… Conseguí fama de asesino en mi barrio, y para conocer el terror ajeno… Solo tenía que pasearme por la calle… Con una sonrisa en los labios… Hasta llegar a casa de mi víctima… Allí sonrío y revivo el placer de aquel día…

No volví a intentar un plan similar desde entonces… Dicen que un plan no puede salir perfecto más que una vez… Además, no lo necesito… No quiero matar a nadie, solo sembrar el terror en sus pobres almas… Como es de suponer, Internet fue una valiosa arma para mí, y de vez en cuando entraba en foros y otros sitios web a perturbar las lindas mentes de los usuarios…

Muchos de mis vecinos su mudaron lejos cuando se enteraron de lo que había hecho, así que se puede decir que mi vida es tranquila… Con hermosos empujones de placer…
¿Has sentido miedo leyendo mi historia? ¿Terror? Por tu bien, será mejor que digas que sí… Sino… Quién sabe… Quizás deba pasar a la acción… Para ver tu aterrado rostro en vivo y en directo…



Posted on 20:11 by redacción

Era un dia normal, acababa de llegar del colegio, con lo cual estaba muy cansado y decidi tomarme una siesta. Cuando me desperte me di cuenta que no estaban mis padres en casa, pero eso era normal para mi, casi nunca estaban, habian veces que faltaban dias y sin llamarme.
Decidi ir a la nevera a tomarme una Coca Cola, para refrescarme un poco, era verano y hacia mucho calor.


Me pase toda la tarde jugando al Far Cry 3, que era mi juego favorito.
cuando pare de jugar era muy tarde, como ya era de noche decidi ir a bañarme y despues dormir.
Aquí es cuando lo raro empezó a suceder. Mientras me bañaba, escuche golpes en la puerta de la casa, no podía ser el viento ya que era verano y como sabemos usualmente en este periodo del año no hace casi brisa.


Me asuste un poco, pero los golpes pararon, termine de bañarme rápido y fui a la puerta con un cuchillo a investigar. Mire por el ojo de la puerta y no había nadie, yo vivía en un piso de apartamento con lo cual no habían ventanas por donde entrar solo la de mi cuarto, y esta daba a la ciudad.
Así que el único acceso que alguien podía tener a mi piso era por la puerta.

Aliviado, me fui a dormir. Pero me desperté sobresaltado como a las 3 de la madrugada, escuchando no golpes, si no que ahora un forcejeo a la puerta del apartamento, rápidamente cogí un cuchillo y trate de llamar a la policía pero alguien había cortado la linea del teléfono. Tenia miedo, pero de repente ceso el forcejeo, y escuche pasos alejándose. Rápidamente fui a mirar por el ojo de la puerta, vi a un extraño con un gran sombrero cubriéndole la cara, tenia una herramienta para romper los seguros de las puertas y un cuchillo. El terror me invadió al ver que este trataba de meterse en el apartamento de mis vecinos, a continuación escuche los gritos y alaridos de estos, me quise despertar pensando que era una pesadilla, pero no lo era.

Y cuando el extraño salio del apartamento de mis vecinos, me escribió con sangre en la pared del pasillo: Otro día vendré a por ti. Solté un grito y parece que el lo escucho, se quito el sombrero, su cara era deforme, pero distinguí una sonrisa tétrica, la de un psicópata. Al día siguiente regresaron mis padres al enterarse de esta noticia tan hórrida, pusieron una doble protección a la puerta. Desde entonces, veo a este deforme ser merodearse de noche por el edificio, tratando de entrar a mi apartamento, sin éxito.

Posted on 19:58 by redacción

Ya era adulto, tenia 23 años y mis padres murieron en un accidente de tránsito. Por desgracia mía, no tenía a nadie a mi lado: mis parientes más cercanos vivían en Carolina del Sur, algo muy lejos de Alabama. Nosotros eramos los únicos de la familia que no teníamos el mínimo contacto cercano con nadie. Como yo no trabaja y no podía mantener solo el departamento, tuve que conseguir algún empleo rápido, algo que me encajara y que me gustara. Fui cuadra por cuadra, buscando negocio por negocio algún cartel de “Se busca empleado” o “Se busca ayudante“. No tuve suerte este día, lo iba a intentar mañana. Me acosté, puse el despertador a las 7:00 para ir bien temprano a buscar trabajo. Dormía tranquilamente hasta que me llego a mi cabeza recuerdos de lo que paso ese horrible día en la casa de mi mejor amigo Juan. No pude conciliar el sueño en toda la noche, me llegaban y llegaban recuerdos.

Posted on 21:53 by redacción